Y los libres del mundo responden: al gran Diego argentino ¡salud!

Diego futbolista, Diego militante, Diego showman, Diego DT, Diego drogón y enfiestado. Nada es más díficil de narrar que el dolor propio. Pero cuando ese dolor es compartido, cuando atraviesa millones, cuando surca multitudes, cuando abraza desconocidos y unifica lágrimas en cantos, el imperativo de transformar dolor en palabras se vuelve una necesidad.

Nada es más díficil de narrar que el dolor propio. La desazón, el desgarro, la partida, el alma que se estruja y se hace finita en algún lugar del pecho cuando cuestan las palabras. Pero cuando ese dolor es compartido, cuando atraviesa millones, cuando surca multitudes, cuando abraza desconocidos y unifica lágrimas en cantos, el imperativo de transformar dolor en palabras se vuelve una necesidad.

Diego futbolista, Diego militante, Diego showman, Diego DT, Diego drogón y enfiestado, Diego hablando en un italiano tosco, festejando goles en Dubai y paseando en tanque por Bielorrusia. Diego contra la Fifa, Diego contra Bush, Diego contra Blatter, Diego contra todos los que se vengan. Diego artista, Diego simple, Diego violento, Diego honesto, Diego mago, Diego del pueblo y de los que lo lloran.

Se fue el Diego por la puerta grande. El máximo ídolo popular de los 200 años de historia argentina, el tipo que supo llenar de alegría un país acostumbrado al sufrimiento, el pibe irreverente, el rebelde con causa, el del brazo guerrillero, el virtuoso con conciencia de clase, la estrella y el villero.

Fotos: Julieta Bugacoff

Deja tras de sí gloria y escándalo, llanto y risa, desprecio de quienes nunca pudieron comprender las alegrías populares, el sentir irracional que provoca la pelota precisa, la palabra perfecta, el desafío obstinado a los poderosos. Claro, quienes juzgan desde la frialdad del rincón del analista jamás podrán comprender lo que significa la pasión.

Diego contra el ALCA, Diego en Palestina, Diego abrazado a Chávez, Diego recibiendo la gorra de Fidel, Diego escuchando atento a Cristina, Diego apoyando a las Madres y las Abuelas de la Plaza. Diego del lado de los humildes, no importa cuando leas esto. Un tipo que pudo haberse retirado en silencio, disfrutando del éxito y la riqueza, pero que prefirió jugársela por cuanta causa justa encontrara.

Diego, el más humano de los dioses, deja este mundo terrenal para volver al lugar al que siempre perteneció. Su legado es de amor: al pueblo, al fútbol, a las causas justas. Vuela alto compañero, que acá quedamos tus feligreses para seguir contando la historia de tu mito.

Fotos: Julieta Bugacoff

 

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.