Diego nuestro que estás en el cielo

El Grito del Sur dialogó con Hernán Amez, uno de los fundadores de la Iglesia Maradoniana, para conocer la historia de la congregación y cómo impactó en sus integrantes la muerte de Diego Armando Maradona. “Los que están bajo el halo de Diego son felices”, asegura.

Diego nuestro que estás en la tierra,

santificada sea tu zurda,

Venga a nosotros tu magia,

háganse tus goles recordar,

así en la tierra como en el cielo.

Danos hoy una alegría en este día,

y perdona aquellos periodistas

así como nosotros perdonamos

a la mafia napolitana.

No nos dejes manchar la pelota

y líbranos de Havelange..

Diego.

 

Así es el Padre Nuestro que rezan los fieles del genio del fútbol mundial que desde 1998 se congregan en la Iglesia Maradoniana. Hernán Amez, uno de sus fundadores, dialogó con El Grito del Sur para conocer la historia de la congregación y cómo impactó en sus integrantes la muerte de Diego Armando Maradona el pasado 25 de noviembre. “El día que me muera, que hagan lo que quieran porque a mí ya me velaron el 26 de noviembre de 2020”, dijo el fundador de la Iglesia emocionado.

Cuando escuchó que Diego había muerto, Amez no lo podía creer, tenía que ser mentira, como pasó en incontables ocasiones -2018, sin ir más lejos- en las que alguien dijo que el Diez había muerto. Pero no. “Te pasa como cuando se muere cualquiera de tus seres queridos, no caes”, afirma.

El jueves temprano, Amez partió de su Rosario natal con su hijo Tomás y con otros dos integrantes de la Iglesia para ir al velorio público de Maradona en Casa Rosada. “Cuando llegué a los tres escalones que marcan la entrada a Casa Rosada y vi el féretro, recién ahí me di cuenta de lo que estaba pasando. A partir de ese momento, no vi más nada”, cuenta. Caminó con la cabeza gacha, solo viendo los tobillos de la persona que estaba delante suyo hasta que Dalma Maradona los reconoció y se acercó a saludarlos.

“Dalma nos dijo ‘los estaba esperando, chicos, saben lo mucho que mi papá los quería, por favor no dejen de hacer esto’. Yo había llevado una camiseta nuestra (de la Iglesia), no sé cómo se la pasé para que la pusiera con él -cuenta Amez-. Después nos abrazamos con Dalma. Yo no sé por dónde caminé, si hay cuadros en la Casa Rosada, pero los ojos de Dalma, con esa mirada franca, sincera y tierna, era como estar con él. De esa mirada no me voy a olvidar nunca”.

El inicio de la Iglesia Maradoniana

La noche del 29 de octubre de 1998, Amez salió de su casa con un envase de cerveza vacío y camino al kiosco se encontró con su amigo maradoniano Víctor Campomar. “Los dos íbamos al mismo lugar, es de esas que si la querés hacer, no te sale. Faltaban diez, veinte minutos para la medianoche y le digo ‘vamos a festejar, feliz Navidad’, brindamos con las botellas vacías, cling”, afirma.

Después, los amigos se quedaron hablando sobre Maradona, contando anécdotas y decidieron llamar a otro amigo, Alejandro. “Eran las dos de la mañana, le digo ‘feliz Navidad’ y él nos contesta ‘están locos, ¿qué están tomando?’, le digo ‘pensá’ y le corto. Al rato lo volvemos a llamar y me dice ‘tenés razón, feliz Navidad, es el cumpleaños del Diego’”, relata.

Las reuniones y asados maradonianos fueron creciendo, los asistentes contaban historias, anécdotas, recordaban partidos o cuándo habían conocido al Diez. En 2001, el grupo decidió llamarse Iglesia Maradoniana. “Unos proponían hacer una peña y yo decía que no, que acá no se toca folklore ni se comen empanadas, (Diego) es el Dios del fútbol, hay que hacer algo más grande. Votamos y ganamos los que queríamos que fuera Iglesia”, afirma Amez.

Ese año, la Navidad maradoniana se organizó en la sede de Central Córdoba de Rosario y asistieron 250 personas. “Venía gente caminando de otros pueblos. No había WhatsApp, habíamos mandado mails desde un cibercafé, así que algunos caían con el mail en la mano”, sostiene el fundador de la Iglesia. El evento fue filmado por un canal local, pero esas imágenes fueron levantadas por TN y lanzaron a la Iglesia Maradoniana a la fama.

En noviembre de ese año, los devotos viajaron al partido homenaje al Diez organizado en la Bombonera. “Compramos las entradas, nos hacen pasar y fuimos a la bandeja de La 12. Nos dejaron poner la bandera de la Iglesia, nos trataron como hermanos, nos sentimos reconocidos, veíamos que la gente entendía lo que hacíamos”, afirma Amez.

En 2002, la Navidad maradoniana fue el doble de grande, con mayor infraestructura, cobertura mediática e incluso asistió Héctor “el Bambino” Veira, quien dirigió a Maradona en Boca Juniors. “Habíamos conseguido el celular de Guillermo (Coppola), usamos una tarjeta telefónica para llamar. Él estaba esperando a Diego en el aeropuerto y en el lugar que habíamos alquilado el teléfono se podía conectar a los parlantes -recuerda Amez-. Cuando la gente escuchó su voz (de Maradona) se callaron, lloraban. Dijo ‘sé lo que hacen por mí, les agradezco, los quiero mucho, no soy merecedor de eso’. El siempre decía que no se creía Dios”.

Liturgia maradoniana

Además de la Navidad, la Iglesia Maradoniana tiene su camiseta -blanca, con los costados en azul, y con la palabra “D10S” en celeste y blanco- y adoptó otros aspectos de la liturgia cristiana. Oraciones, una pelota con corona de espinas, los Diez Mandamientos, entre los que figura “no ser cabeza de termo y que no se te escape la tortuga”, así como la Pascua y el Bautismo.

Para ingresar a la Iglesia Maradoniana, los aspirantes deben recrear “la mano de Dios”, el gol que Maradona convirtió a Inglaterra en cuartos de final del Mundial de México ‘86. “Muchos creen que es fácil, que el gol difícil es el otro (el Gol del Siglo), pero te tienen que tirar un centro, ir a buscar la pelota, ganarle al arquero, que sea gol y que el línea después diga que es gol -explica Amez-. Te damos tres oportunidades, los que se asustan no son bautizados, tienen que esperar a la próxima misa”.

Los que sí pasan la prueba, son bautizados con agua de un bidón de Branco “que contiene el espíritu maradoniano para ganarle a Brasil” -en referencia al partido del Mundial de Italia ‘90- y deben poner la mano sobre la Biblia: la autobiografía “Yo soy el Diego”. Recién ahí, reciben el carnet de socios.

La Pascua se festeja el 22 de junio, fecha del partido contra Inglaterra. “Veníamos de un país muy dividido con la dictadura y después de ese partido vi cómo salían todos los vecinos a la calle, que antes no te daban ni bola, y festejábamos todos juntos. Uno agarró cal y le pintó una franja blanca al auto azul y se ofreció para llevarnos al Monumento (a la Bandera) -afirma el fundador de la Iglesia-. La fecha coincide con la obra maestra de Diego. Ese día de festejo, que se corona con el Mundial, fue un día donde salimos todos a la calle y estábamos contentos”.

La Iglesia, además, hace casamientos y, según cuenta Amez, la mayoría de las veces son las mujeres las que proponen celebrar la unión con sus parejas bajo la égida de la religión maradoniana.

La vida después de Diego

En redes sociales circuló la propuesta de contar a partir de este momento, el año cero “D.D”, Después de Diego, pero Amez dice que no, que el calendario maradoniano arranca con el nacimiento del Diez, al igual que el gregoriano lo hace con el de Jesús. “Porque (Diego) siempre fue un Dios de carne y hueso. Estamos en el año 60 D.D”, afirma.

Los integrantes de la Iglesia Maradoniana todavía no han podido reunirse después de la muerte de Maradona. Amez cuenta que muchos no pueden levantarse todavía por la tristeza que sienten. Ya habrá tiempo de definir cómo el 25 de noviembre se incorporará al calendario de la Iglesia.

“La cultura maradoniana sabemos que va a perdurar. Diego siempre generó emoción, conmovió y hay pintores, escultores y cantantes que van a seguir creando”, sostiene el fundador del credo maradoniano. Pasaron más de tres días de la muerte de Maradona y, aunque no hubo resurrección -como sí sucedió en su internación en Punta del Este en el 2000-, hubo un ascenso al cielo del “más humano de todos los dioses”. “Los que están bajo el halo de Diego son felices”, concluye Amez.

 

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Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.